Mucho se ha escrito a favor y en contra de los alimentos en conserva, e incluyo entre ellos evidentemente a los congelados, y me refiero a los alimentos frescos envasados, no a preparaciones diversas o recetas ya elaboradas. Por eso me he decidido a dejaros esta entrada, ya que se han vuelto casi imprescindibles en nuestra alimentación y como indicaba al principio, mucho mas a día de hoy.
Mi recomendación es que nunca deberíamos recurrir a conservas de platos ya preparados, o a carnes y pescados adobados o marinados, en el primer caso porque perdemos la ocasión de elaborarlos nosotros mismos, del disfrute del cocinado y preparación de cada ingrediente, además de saber con certeza que calidades estamos utilizando y, aunque parezca extraño, al disfrute que supone el pelado, troceado o despiece de cada alimento, con lo que podemos darnos cuenta de la textura y aprovechamiento real de cada uno de ellos; y en el segundo caso, porque apenas se tardan unos minutos en preparar un macerado a nuestro gusto, utilizando aquellas especias que mas nos gusten, en la proporción de nuestro agrado y con los alimentos que previamente hayamos comprado, frescos o congelados, pero de los que hayamos visto su textura y estado de conservación.
Sin embargo tengo que decir, desde mi humilde punto de vista y tras la lectura de diversos artículos y opiniones expertas en ambos sentidos, que una buena conserva ayuda mucho a la hora del cocinado casero, siempre que se use de forma correcta y forme parte de una receta en la que integremos mas productos frescos, es decir, que no sea simplemente abrir el bote o lata y ponernos a comer su contenido sin mas, si no que aprendamos o perfeccionemos nuestras habilidades culinarias, en este caso con un poco de ayuda.
Como habréis visto, en mis recetas suelo usar el tomate triturado, las legumbres cocidas y algunas verduras congeladas; con ello lo único que trato es ahorrar tiempo y trabajo en la cocina, pero sin renunciar a la elaboración del resto de ingredientes, y a disfrutar del cocinado, aunque cada vez que puedo yo prefiero usar el producto fresco.
Voy a tratar de enumerar algunas ventajas e inconvenientes de este tipo de alimentos y alguna que otra recomendación de uso.
En primer lugar quiero indicar que la mejor forma de conservación, siempre que el alimento lo permita, es la congelación, ya que así es como menos sufre o se transforma el ingrediente en cuestión y con una descongelación correcta (siguiendo las recomendaciones del envasado), podremos disfrutar de productos frescos fuera de su temporada y en la mayoría de los casos, ya pelados o troceados.
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Los pescados congelados nos dan una mayor seguridad en relación al anisakis, ya que según algunos estudios, la simple congelación en casa no sería suficiente para su total eliminación, mientras que los congeladores industriales si alcanzan temperaturas óptimas para ello. Es verdad que algunos pierden parte de su textura original, pero creo que es preferible si los vamos a utilizar en crudo o semi cocinados. Si los compramos en conserva, mejor los que vienen en aceite (siempre que este sea de calidad).
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Como indicaba anteriormente, las verduras siempre es mejor consumirlas frescas, pero cuando por tiempo o disponibilidad no podamos hacerlo, podemos recurrir por este orden a las congeladas, refrigeradas o en conserva; indicaros que el tomate, mejor en crudo (pelado o triturado) que frito y freírlo nosotros mismos. Parece que la conserva de estos alimentos no perjudica ni disminuye sus valores nutricionales, tan solo alguna vitamina hidrosoluble que se pierde por su conservación en liquido.
Las legumbres son un caso aparte, cuando elaboremos un guiso donde sean la parte fundamental, yo aconsejo elegirlas siempre secas, hidratarlas en casa y cocerlas a fuego lento para que se cocinen bien, pero si son parte de alguna receta donde no tengan que destacar, podemos usarlas congeladas o en conserva en tarros de cristal, estas ultimas lavándolas muy bien para desechar todo el liquido, dado que aunque no sea perjudicial, si que les aporta un sabor y textura distinto del natural.
Si no podemos comprar, o queremos tener disponibles en casa verduras de hoja verde, la mejor opción son las refrigeradas, ya que normalmente vienen lavadas, troceadas y por lo tanto listas para su consumo sin apenas pérdida de vitaminas o nutrientes, bien en crudo (las que lo permitan) o con una cocción mas rápida; de este grupo, las congeladas suelen tener mucho liquido añadido por el escarchado que suelen presentar y su cocinado resulta mas lento, por tener que esperar a su descongelación y evaporado del mismo.
Yo no suelo usar carnes congeladas o envasadas, tan solo y por la facilidad de almacenaje y compra, las adquiero ya troceadas y envasadas al vacío, no son una conserva propiamente dicha, pero las he querido incluir porque hoy por hoy representan buena parte de nuestro consumo cárnico habitual, ya que las encontramos de esta forma en la mayoría de supermercados y grandes superficies.
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Espero que estos comentarios y reflexiones os hayan servido de algo, os animo a que probéis a realizar alguna que otra receta de las que denominamos "tradicionales" utilizando este tipo de presentaciones de alimentos, os aseguro que serán de una elaboración mucho mas rápida y fácil, con unos resultados casi similares a los de la cocina tradicional.
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